El nacimiento de la “Comida Típica Mexicana” y los “recetarios” novohispanos.
Los recetarios de cocina como hoy los conocemos son fáciles de ubicar, con sólo aludir el nombre llega a la mente
un libro con instrucciones para preparar alimentos, con imágenes y
recomendaciones. Hay muchos tipos de recetarios con infinidad de formas y
técnicas variadas, pero ¿siempre han sido iguales? 1
Los recetarios
actuales son en su mayoría recopilaciones de empresas que tienen su mercado en
el círculo de los alimentos, los utensilios para prepararlos y/o la venta de
los mismos; Estas publicaciones incluyen publicidad y la creación de
necesidades para el público. No se hacen con una intensión de difundir la cultura de cierta población o de aportar mejoras para la vida diaria sin remuneración alguna.2 En el siglo XXI y posiblemente en el XX los recetarios son de fácil acceso y de uso común pero, ¿cómo surge esta práctica en México? ¿De qué forma llegan estos libros? ¿Quién escribió los
recetarios antiguos? ¿En qué periodo nacen? ¿Era fácil obtener un libro de
cocina?
En este artículo presentaré aspectos importantes al momento de referirnos a recetarios antiguos, en especial del periodo
Novohispano, donde la comida Mexicana fue tomando forma y construyendo lo que
es hoy, una gastronomía reconocida entre las mejores a nivel mundial.
Para preparar algo en la actualidad basta con buscar en internet una receta y listo, tenemos muchas
opciones que seguir y elegir la más razonable a nuestro parecer, pero en la
época novohispana ¿cómo se hacía para obtener una receta?, hay muchos puntos a
considerar para responder a esta pregunta, lo primero sería buscar en un
recetario o en segunda instancia preguntarle a la abuela, mamá, tía, hermana o
a la vecina; la segunda es buena opción, pero no es tan fácil recordar algunas
recetas o los ingredientes, mucho menos las cantidades.
Cuando se hacen con
frecuencia ciertas preparaciones no es necesario tener las instrucciones por escrito, todo es cuestión de práctica y memoria; sin embargo un principiante en la
cocina necesita paciencia y cuidado con los utensilios, por lo cual pensar si
se olvidó un ingrediente o cómo se hacía tal cosa quita concentración y podría terminar
el día con un desastre. Es evidente que
tener por escrito el procedimiento, los ingredientes y algunas recomendaciones
ayuda demasiado.
Jiricallas [Lizbeth Rosas] |
Como es un libro
importado no debió costar poco, el costo de leer siempre ha sido y seguirá
siendo alto. Aparte del aspecto económico, el poco interés que se tenía por los
libros de cocina es una buena razón para pensar que los comerciantes de libros
no acostumbraban transportarlos al “Nuevo Mundo”. Caben algunas preguntas para
reflexionar: ¿Quién podía comprar libros? ¿Qué tipo de personas atendían las labores de cocina? ¿Cuántos de estos sabían leer? ¿Se entendían claramente las instrucciones escritas? ¿Eran
accesibles los ingredientes señalados?
Otra hipótesis a
tratar en números próximos será la mezcla de alimentos en las recetas
novohispanas como precursores de la “Comida Típica Mexicana”. En América había
productos que se desconocían en Europa y se podían incluir en la dieta junto
con lo tradicional, así nacían nuevas formas de cocinar y guisos innovadores que aún no se encontraban escritos en ningún libro. Se mezclan
los frutos de la tierra, utensilios, costumbres e improvisación de cada cocinero dando lugar a una cocina
local con sus propias características y por obvias razones con el derecho a
tener por escrito estas innovaciones.
El nacimiento de la
cocina mestiza y el creciente gusto por ella dieron pie a manuscritos
gastronómicos propios. Bien podríamos llamar “recetarios” a estos documentos pero el nombre que recibían era distinto, “nunca se llamó
recetario a las recopilaciones impresas ni a las manuscritas; ambas se les conocía con el nombre de Libro
de cocina y fueron escritos por cocineros profesionales.”4
Los llamados
“recetarios” eran instrucciones para administrar las formulas medicinales en
los hospitales, así lo confirman los diccionarios de la época, en estas
recomendaciones también figuraban los alimentos
que debían consumir los enfermos para la pronta recuperación de la salud. María
del Carmen León Gar-cía da su opinión al respecto: “Nuestra aparente confusión al usar el término «recetario» para
identificar las recopilaciones escritas de los ingredientes y la manera de
preparar alimentos, tiene antecedentes en la práctica común que existe entre el comer y preservar la salud.”5
La forma de elaborar un medicamento incluye cantidades exactas,
utensilios y modo de preparación; es semejante a las recetas de cocina en ese
aspecto, pero como ya mencionó María del Carmen León, la salud siempre estará de la mano de la
alimentación, tanto así, que aún las madres nos preparan un caldo de pollo para
mejorar las gripas o un té caliente de Manzanilla para dolores y otros
malestares. Las características físicas y químicas de los alimentos contribuyen
al cuidado de la salud o a la cura de enfermedades ya adquiridas.
Dominga Guzmán dedica
un apartado de su recetario para “Pucheros de fácil digestión que pueden variar
los enfermos y convalecientes”, incluye siete recetas de las cuales 6 son
dulces y sólo una queda exenta de azúcar en su preparación, de igual manera 6
de los guisos son caldosos y el ultimo puchero es el único de consistencia sólida que lleva por título:
“Tortillas de las que me cuadran”.
Las recetas médicas
siguen conservando su nombre, la forma de administrar los medicamentos y las
recomendaciones sobre los alimentos aptos para el enfermo. Los libros de cocina
adoptaron también el nombre de “recetario”, una de las razones era que en ambos
documentos se encontraban instrucciones para preparar alimentos, los dos tienen
relación con la salud y es lógico pensar que ahora los libros de cocina sean
llamados recetarios.
El tema de los
recetarios antiguos es amplio y digno de una investigación profunda, invito a
todos los interesados a acercarse a los temas relacionados con la gastronomía
enfocada de manera histórica para conocer otro lado de las sociedades que dejan
huella. El alimento nos dice mucho sobre la gente que vivió en tal o cual lugar
y vale la pena adentrarnos en tan apasionante aspecto cultural. Por mi parte,
continuaré investigando los recetarios novohispanos y espero seguir teniendo un
espacio de difusión para estos estudios. Cabe mencionar que todo queda abierto
a la crítica y comentarios del lector.
Notas:
1 Me
refiero
a
recetarios
para
microondas,
de
dieta,
de
un
alimento
especifico,
a
fuego
directo,
en
horno,
en
frio,
cocina
molecular,
vegetariano,
de
carnes,
de
mariscos,
de
lácteos,
etc.
2 No
generalizo
todos
los
recetarios
del
mercado,
solo
los
que
se
otorgan
como
obsequio
en
demostraciones
al
público
consumidor
de
cierta
marca.
Hay
recetarios
que
se
basan
en
una
región
en
particular
confines
de
difusión
y
practicidad,
pero
que
también
representan
un
gasto
al
momento
de
adquirirlos.
3
Dominga
Guzmán,
Recetario mexiquense siglo XVIII,
estudio
introductorio
Guadalupe
Pérez
San
Vicente,
Colección
recetarios
antiguos,
México,
D.F., CONACULTA,
2010, p.
31.
4 María
del
Carmen
León
García,
El libro
de Dominga
de Guzmán:
un documento
personal del
siglo XVIII,
México:
Consejo
Nacional
para
la
Cultura
y
las
Artes,
Culturas
populares,
1997, p.
86.
5
Ibídem, p. 81.
[Citlalli
Flores, en la búsqueda de impresos novohispanos relacionados
con la comida, llega a la noticia de que sólo podrá conseguir los manuscritos
gracias a su curiosidad y a “La Sal de la Historia”]
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