jueves, 1 de agosto de 2013

[Pensar con el balón] Argentina 78: La fiesta de todos y el Nunca Más


Es imposible olvidar el mundial de Argentina 78, bajo esta dictadura como uno de los casos que presento al futbol como arena dramática donde se impusieron unos discursos sobre otros y se retroalimentan imaginarios entre la sociedad y el futbol. La dictadura militar que sufrió la Argentina de 1976 a 1983 utilizo al futbol como legitimador de su política represora. 

Por ello, son varias las razones para abordar el tema en esta entrega. Primero, porque el 24 de Marzo se cumplió un año más del autollamado “Proceso de Reorganización Nacional”. Segundo, por la llegada al papado de Jorge Mario Bergoglio quien ha sido acusado desde 1986 de haber sido colaboracionista de la junta militar. Tercero, y más interesante aún, es que durante los juicios por los crímenes de la organización transnacional para matar- la llamada Operación Cóndor- en los cuales Jorge Rafael Videla, jefe del ejército y primer jefe del ejecutivo que tuvo el Proceso, llamó a sus compañeros que aún estuvieran en condiciones físicas a combatir al gobierno de Cristina Fernández, al que calificó como Marxista, recordando que la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) califica toda forma de hacer política con marxismo. 

Para comenzar a entender cómo el futbol y las ideologías han ido de la mano basta con ver los grandes triunfos internacionales del equipo Estudiantes de la Plata en los años sesenta a algunos les parecía cercano, a la teoría de la modernización de Gino Germani muy en boga en Argentina durante esos años, pero las victorias de Estudiantes sólo eran alegrías para sus hinchas pero no para todos los argentinos, además de que el estilo defensivo y tosco, del equipo, muy parecido al europeo, era sumamente cuestionado por sectores de la prensa deportiva. A finales de la década, el peronismo de extrema izquierda y una sociedad altamente politizada ponía en jaque a la dictadura de Juan Carlos Ongania. Poco despues los sectores políticos de derecha e incluso militares que no pudieron reprimir la energía de la movilización peronista optaron por lo impensable: Legalizar al justicialismo prohibido durante más de una década y traer de vuelta del exilio a Juan Domingo Perón como último recurso para contener la efervescencia popular y a la organización armada de condición urbana llamada Montoneros y se autoproclamaban como los soldados de Perón, pugnaban por un proyecto nacionalista y revolucionario y le atribuían equivocadamente a Perón un perfil revolucionario que había de sostener e incentivar con acciones armadas. 

 Las esperanzas de un Perón como ellos lo anhelaban se caen pronto, desde el gobierno se financiaban grupos paramilitares como la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) que desarticularon a los Montoneros. El clima de violencia política se acrecentó después de la muerte de Perón en 1974. Las movilizaciones de los sindicatos peronistas desestabilizaron al gobierno de Estela Martínez, Viuda de Perón, y su hombre de confianza López Rega. Pero entonces la crisis económica y la inflación hicieron emerger a los militares como un gran grupo de presión que sólo esperaba el momento justo para debilitar aún más al gobierno y tomar el poder. 
 Mientras tanto en las canchas, la selección no pasaba por un buen momento y no había calificado para el mundial del `70 y en el `74 debido a que eran tiempo eran una prioridad por encima de la selección se tuvo un papel gris, justamente el último partido de ese torneo el país se encontraba de luto por los funerales de Perón, que durante su gobierno se consigue la sede para el mundial de 78. Cesar Luis Menotti tomó la selección después del mundial de Alemania `74, la labor no se veía sencilla, se tenía que busca armar un equipo para ser campeón del mundo a partir de un nuevo grupo de jugadores y una reestructuración del equipo nacional. A esta etapa Menotti la llamó a esta etapa el proceso. Además de que la retórica del entrenador apuntaba hacia una vuelta a las bases, el cual pugnaba por el regreso a un futbol donde destacara lo técnico a todo lo demás, esto gustaba mucho a la cúpula militar.
Después del acrecentamiento de la crisis del gobierno peronista y la política económica que la viuda emprendió, la base social que lo sostenía dejó de hacerlo, siendo así que los militares tomaron el poder ante una inexistente resistencia y con sectores que tomaron el golpe con gran entusiasmo. “Fue así que el fantasma de la disolución nacional que recorrió por esos meses la sociedad argentina terminó otorgando a los militares la condición que siempre habían atribuido a sí mismos: la de garantía ultima de la unidad y del orden de la nación.” El gobierno intentó con éxito despolitizar a unas masas ya decepcionadas de su movilización, sin mencionar la brutal represión, el orden como principal premisa contra la “subversión” y supresion cualquier participación política. Fuera de esas comuniones marcadas por la Doctrina de Seguridad Nacional había pocos consensos entre las cúpulas de la junta. 
Si Perón consiguió el mundial el gobierno militar no sabía qué hacer con el campeonato. Pero pronto algunos jerarcas lo vieron como “caja chica” o posible plebiscito que avalara el Proceso en lo interno y externo, aún así era un riesgo que la junta no podía evadir y el resultado dependía altamente de lo deportivo: la selección argentina tenía que salir campeón. 
La preparación fue extensa, la conjunción del equipo debió ser necesaria y el tiempo para trabajar juntos era poco. Los clubes no apoyaban a la selección y el mercado europeo observaba que cada vez más se fijaban constantemente en los jugadores argentinos, si eran exportados se dificultaba el trabajo periódico con el entrenador, así que se emitió una lista de cincuenta jugadores que eran intransferibles a Europa. El técnico sabía que no era justo retener a los jugadores en el país, pero a la junta militar y a algunos directivos esto no les importó. 
El evento debía reflejar los supuestos logros del gobierno y necesitaban que la gente “jugara de argentino”, las frases hechas para el mundial, las apelaciones a la “argentinidad” y el nacionalismo vacio, hicieron frecuentes antes de la justa bajo este mismo discurso unificador, “Un poderoso nosotros inclusivo, que asociaba la acción gubernamental y deportiva de todo un pueblo se les hacía creer a los argentinos que “Ahora somos nosotros sin distinción de colores, como debimos ser siempre. Goleamos al destino y derrotamos a las sombras.” 
En lo externo, la junta trataba de defenderse de lo que llamaron “la campaña antiargentina”, la mayoría hecha por exiliados la cual denunciaba las graves violaciones a los derechos humanos, y a la que, la junta respondía otra vez con frases publicitarias como Los argentinos somos derechos y Humanos. Antes del inicio del mundial los Montoneros, a sabiendas de que el futbol es muy importante en la vida de los argentinos de a pie, siguieron la línea de apoyo a la selección pero repudiaron al gobierno y fue resumido en la consigna Argentina campeón, Videla al paredón.Las acciones de propaganda que intentaron emprender en el contexto del mundial fueron ineficaces, los integrantes del movimiento que aún se encontraban en el país vivos y en las calles trataron de conseguir en los estadios cánticos o consignas en contra de la junta. El plan pasó desapercibido, pues la resistencia de los montoneros fue arrollada por la eficacia de la propaganda de los militares y la vacuidad del nacionalismo sin sustancia . La selección argentina inició bien pero pasó momentos complicados perdiendo contra Italia y después empatando contra Brasil. El formato del mundial indicaba una segunda fase de grupos después de la primera ronda. Argentina necesitaba golear a la selección peruana para acceder a la final, el partido terminó 6-0 en medio de múltiples sospechas de corrupción. Pero el equipo argentino consiguió ir a la final contra Holanda. El partido fue intenso y se resolvió en tiempos extras. El estadio Monumental de River era testigo del primer campeonato mundial de Argentina a unos metros de la Escuela Mecánica de Armada donde eran torturados y asesinados los presos políticos de ese lugar; La euforia se desató en las calles y avenidas más importantes de Argentina, el discurso inclusivo del “todos” cobraba más vida que nunca. La interpretación oficial del resultado deportivo y de los festejos fue resumido en la película La fiesta de todos donde un intelectual orgánico de la dictadura sentencia al final del film “Esas multitudes delirantes, limpias, unánimes, es lo más parecido que he visto en mi vida a un pueblo maduro, realizado, vibrando por un sentimiento común, sin que nadie se siente derrotado o marginado. Y tal vez por primera vez en este país, sin que la alegría de algunos signifique la pena de otros…” 
Para las mentes más optimistas, favorables a la dictadura esto representaba un respaldo a la derrota de la “subversión” y a la estabilización de la economía, pero los estadios no serían escenario de reconocimiento a la junta militar después del mundial, “por el contrario Viola es celosamente silbado en el estadio de Rosario Central.” Para los críticos de la dictadura y la organización Montonera los goles de Mario Alberto Kempes fueron recibidos con temor, pues sabían que esto les daba licencia a los militares para seguir torturando, desapareciendo y matando; teniendo por política el terror. Sin duda los meses que siguieron al mundial fueron los mejores de la dictadura, los militares confiaban en sus versiones, su óptica y su discurso para algunos oficialistas “fue el tiro de gracia para la campaña antiargentina. Campaña que estaba agonizando porque cada vez tienen menos argumentos hay menos atentados, menos violencia (En otras palabras ¿reclamar qué?) Lo pasado pisado.” 
Esa victoria a corto plazo no fue bien canalizada por los militares quienes, por su falta de pericia política, necesaria para legitimar lo que era imposible cumplir del todo, no consiguieron sus objetivos expuestos. Sus divisiones internas fueron la clave para el desgaste. No prevaleció el discurso de los militares por varios factores: su torpeza y la barbarie de su discurso no iba con sus grandes sostenedores. La lucha de organizaciones como Madres de la Plaza de Mayo en esos días y en los posteriores fueron algunas de las consecuencias. El reivindicar la justicia y la dignidad de un detenido, el defender la lucha política y el pensar distinto han logrado que a diferencia de otros países conosureños al asesinato se le llame como tal y no se evoquen teorías de los “dos demonios”, gracias a la lucha y a la movilización, el grito hegemónico y unánime es el de Nunca Más.

La teoría de la modernización atañe a la posibilidad de reproducir la experiencia de desarrollo de los países centrales a la periferia, es decir repetir en los países pobres lo que se hizo en los países ricos, Francisco Zapata, Ideología y Política en América Latina, México, Colegio de México, 2001, p, 171 

El Peronismo es un fenómeno político asociado a la personalidad de Juan Domingo Perón, presidente de Argentina entre 1946 y 1955. Durante su gestión, apoyada fuertemente por la movilización popular y en la creación de un sindicalismo estrechamente ligado al Estado, el país consiguió industrializarse, redistribuir los ingresos, fomentar la participación del pueblo en el desarrollo. Es una forma de populismo en Ibidem, p, 297

Juan Carlos Ongania se puso al frente de la llamada Revolución argentina y tomo el poder de forma ilegal en 1966 y fue depuesto en 1969 

Los Montoneros surgieron a final de la década de los sesenta, para algunos un movimiento triunfante por lograr la vuelta de Perón. Fueron desarticulados a finales de la década de los setenta, una parte de la brutal represión del gobierno militar fueron dirigidas a la organización y a sus bases 

Palabra clave, los militares llamaban como Proceso de Reconstrucción Nacional y por ello fueron numerosos los intentos de sacarle al entrenador declaraciones favorables al gobierno militar. 

Para algunos autores el nacionalismo en América Latina solo es funcional cuando se es antimperialista. Segundo presidente del Proceso sustituyendo a Jorge Rafael Videla 

Organización que se concentro en la denuncia de la desaparición de militantes políticos.

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