[Fotos:
Hnos. Banegas Ramos.]
Una frase emitida muy a menudo cuando existen
visos de relacionar futbol y política es que no debemos mezclarlos. El sentido
que tienen encierra, primero, el prejuicio colectivo que el futbol debe
permanecer limpio y puro frente a la sucia política, la cual, es entendida como
la narrativa de enjuagues y acuerdos impúdicos entre los partidos o fuerzas
políticas.
La frase se escucha a menudo, sobre todo cuando nuestros allegados no logran entender, por ejemplo, por qué se liga el independentismo catalán con el Derby Barcelona versus Real Madrid, que es en gran parte
la esencia de la rivalidad o, peor aún, condenan ciertas expresiones dentro de los estadios como la defensa en trapos por varios grupos de animación a la causa Palestina.
En
México, durante el pasado proceso electoral, en el estadio Olímpico
Universitario en un partido de Pumas, se exhibió en la tribuna del palomar una
manta donde le recriminada a la candidata panista su opinión
sobre la UNAM
expuesta en su tesis de licenciatura. Las voces
de los comentaristas deportivos no admitieron la legitimidad de la expresión y
la fuerza de seguridad pidió que se quitara dicha manta.
Lo
que no se puede olvidar es que el deporte es “una parte que puede ser usada
como un medio para reflexionar sobre la sociedad”1 en las
transformaciones del deporte y el futbol en concreto, se desenvuelven varias
formas de hacer estudio desde múltiples ópticas.
En
nuestro país, los estudios sobre el deporte y el futbol estaban condenados a
la épica deportiva exclusivamente, la editorial Clío no estuvo dispuesta a bus-car
explicaciones de la sociedad en el deporte, León Krauze no aprovechó la vitrina
de la televisión para hacer propuestas serias bajo ningún tipo de metodología.
En
América Latina los trabajos sobre el deporte y el futbol apenas comienzan y los
senderos que se proponen son diversos dentro de la brecha que marcan los
estudios culturales. Desde los estudios de identidad, imaginarios sociales
hasta el análisis del uso político del deporte.
Desde
el seno de la academia se vilipendió durante mucho tiempo al futbol bajo la
sentencia de ser “el [nuevo] opio del pueblo” y por tanto no era importante su
estudio. Sin embargo, podemos afirmar que bajo esa premisa, también se pueden
sacar investigaciones interesantes con ricas conclusiones, a partir del
estudio del futbol como factor enajenante y su pretendido uso como opio.
Dentro
de los imaginarios colectivos puede ser atractivo el estudio de cómo las
identidades en determinado equipo van modificándose a lo largo del tiempo, es
decir lo enriquecedor es la historicidad de cierta identificación e imaginario
y su dialogo con la realidad puesto que ninguna son inmutables. Por ejemplo, el
antiguo imaginario del Atlético de Madrid como representante de las clases
bajas terminó identificando a su afición con grupos fascistas. Casos como éste
son interminables.
Argentina fue campeona en casa en el mundial de 1978. Tema del próximo artículo sobre Futbol y sociedad |
Pero
debemos tener cuidado en el momento de analizar y hacer estudio de la sociedad
relacionada al deporte y la futbol. No podemos caer en la banalización ni en
la chacota del periodismo deportivo, el cual es, así mismo, otra veta para el
estudio del futbol como distribuidor de un producto deportivo y de una industria
cercana a las masas; además de ser el creador de mitos y héroes.
Debemos
estar abiertos a posturas y aprender que podemos hacer historia prácticamente
de todo y el futbol no es una excepción. No podemos llevarnos sólo por lugares
comunes aparecidos dentro y fuera de la academia y sus estudios rigurosos.
Además el futbol pudiera resultar atractivo para aquella gente que pueda y quiera acercarse a la historia. Ese también es un
compromiso del historiador.
El "goya" en CU representa uno de los rituales del equipo universitario que más emociones despierta |
Roberto
Tiempos es egresado de Historia en la FES
Acatlán-UNAM. Su gusto por el futbol lo
ha llevado a analizarlo desde las gradas. Este es el resultado de sus
investigaciones.
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