Introducción.
México es un país que primero asesina a sus héroes
y luego les levanta estatuas. Carlos Fuentes, La Silla del Águila.
Tanto se ha escrito sobre la Revolución Mexicana que resultaría en apariencia inútil hacer un recuento más de su origen, desarrollo y consecuencias si no fuera porque los sucesos recientes nos orillan a preguntarnos por enésima ocasión: ¿qué y cómo fue el conflicto armado que llevó por primera vez al PRI al poder?
El pasado 1 de
diciembre, Enrique Peña Nieto rindió protesta como presidente de los Estados
Unidos Mexicanos en medio de un cerco de seguridad que superó por mucho la
esquizofrenia presidencial de otros tiempos. Afuera del recinto
legislativo, un grupo de manifestantes se enfrentaba con policías y granaderos,
provocando a su vez que los inconformes hicieran los mal llamados “actos
vandálicos” que distintos medios di-fundieron.
Mientras en el
Ángel de la Independencia Andrés Manuel López Obrador se manifestaba a su modo
en contra de “la imposición” para luego hacer pública su intención de
fundar un nuevo partido político con la base social de MORENA (Movimiento Regeneración Nacional)
y separarse definitivamente del resto de partidos “de izquierda” que
apoyaron su candidatura; entre ellos, el PRD, mismo que fundara el hijo
del General Lázaro Cárdenas tras apartarse del PRI, en 1988.
Por si fuera
poco, horas antes del cambio de poderes salió a la luz pública un comunicado
donde se declaraba la existencia de un nuevo grupo guerrillero: el Ejército
Popular Magonista de Liberación Nacional (EPM-LN), mismo que aseguró llevar
varios años en la clandestinidad y haber hecho un “sólido trabajo político
de masas en varios estados del país”, a su vez, manifestó su repudio al “fraude
electoral” y juró “vencer o morir en el combate contra el capital y su
gobierno.”
Éste se suma a
otro movimiento social importante en el sureste del país con una forma de
gobierno y un sistema político propios: el EZLN (Ejército Zapatista
de Liberación Nacional), que en días recientes volvió a salir
a las calles en absoluto silencio a manifestarse en contra del sistema político
actual.
¿ESCUCHARON?
Es el sonido de su mundo derrumbándose.
Es el del nuestro resurgiendo.
[…]
Comunicado del Comité
Clandestino Revolucionario Indígena.
Comandancia General del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, 21 de
Diciembre del 2012.
Aunque podría
parecernos que todos estos sucesos no tienen relación alguna con los
acontecimientos ocurridos hace cien años, podríamos estar en un error, o al
menos, que no entendamos la serie de acontecimientos que nos trajo hasta aquí y
cuyas consecuencias vivimos en este momento.
Por ello decidí
hacer una Historia de la Revolución Mexicana… una más, pero que intente
explicarnos cómo fue que llegamos a donde estamos y qué errores se cometieron
en el pasado y en los que seguimos irremediablemente a lo largo de los años.
Intentaré dar una explicación del concepto y de la creación del mito de la
Revolución Mexicana. Deseo mostrar cómo vivía el país en 1880, cuando Díaz
dejó el poder por primera vez y cómo se reformaron las leyes para hacer del
gobierno de entonces, un liberalismo caudillista. Pretendo contarte cómo era el
sistema político y electoral antes del levantamiento maderista. Te mostraré las
opciones que tuvo el mexicano de a pie al momento de estallar el
movimiento armado, lo que los políticos le proponían, le prometían y le hacían
creer. Voy a hablar de los grupos sociales que se levantaron en armas, más que
de los caudillos que los representaron. Te hablaré de los magonistas,
zapatistas, villistas, carrancistas… y de cada una de las facciones que combatieron
entre sí por sus propios intereses. Por último, verás cómo se fue transformando
el ideal revolucionario en cuanto triunfó el grupo de Sonora sobre las demás
facciones hasta que Lázaro Cárdenas llegó al poder, expulsó al Jefe Máximo de
la Revolución e hizo las últimas reformas que se recuerdan como actos herederos
del ideal revolucionario: la expropiación petrolera y el reparto agrario.
Terminaré mi historia contándote cómo fueron las elecciones en 1940, la
primera vez en la que se utilizó el método que reinó durante los siguientes 60 años
que gobernó el partido hegemónico y cómo se formó su leal oposición,
el Partido Acción Nacional (PAN) y qué ideales perseguía en el momento de su
fundación.
Pero si esto ya
te lo enseñaron en tus cursos de primaria de Historia de México, ¿qué sentido
tiene que lo vuelvas a ver? Lo que ocurre es que regularmente vemos a la
Revolución sólo como el levantamiento y no las ideas que llevaron a su
realización, ni apreciamos los hechos de manera inteligente (o sea,
relacionándolos entre sí en un proceso, más que verlos como causas y
consecuencias). Por ejemplo, hasta aquí sólo he hablado de la Revolución y del
Ideal Revolucionario, sin embargo hay que recalcar en la necesidad de explicar
las revoluciones (con minúscula) que conformaron la Revolución (con mayúscula).
De igual modo es necesario hablar de Los Ideales Revolucionarios,
aunque haya quienes afirmen que la revolución no tuvo ideología o le atribuyen
características del materialismo histórico, alias marxismo, que hacen de ésta
una explicación unívoca y por lo tanto errónea, para entender los
intereses de los grupos en disputa (entiéndase el término interés en el amplio
sentido de la palabra: como el beneficio que se obtiene o el derecho que se
defiende).
Otra razón para
hacer una historia como la que pretendo es la que expuse en un principio:
preguntarle al pasado sobre los hechos del presente, y entender, al fin y al
cabo que a pesar de que ha habido opciones no hemos logrado hacernos del valor
para elegir lo que realmente nos conviene y luchar por él, porque no nos hemos
convencido aún de qué es para nuestro beneficio.
Para finalizar,
el motivo más importante por el cual hago esta historia del “primer movimiento
armado del siglo XX” es porque hemos perdido de vista cómo las ideas crean
esperanzas, y más que eso, nos mueven a realizar acciones que creíamos
imposibles. Esas ideas, aunque no se puedan tocar, han sido el motor de los
cambios y, aunque se originan de las necesidades materiales de los hombres,
debemos entender que no es importante el origen, sino el movimiento y cómo
cada una de ellas (idea o necesidad) es producto de la otra en un movimiento
dialéctico, o sea de mutua interacción, que hemos ido ignorando a lo largo
de los últimos años.
Nunca sabremos
qué sintieron los jóvenes obreros al leer los escritos de Flores Magón en Regeneración, ni veremos
a Madero como “el apóstol de la Democracia”; no viviremos la tristeza de los
zapatistas al ver muerto a su caudillo, ni la alegría de los villistas al
asaltar un tren. Pero si las ideas pueden aproximarnos a esas sensaciones,
espero que al menos imaginemos cómo se sintió vivir en la bola.
¿ESCUCHARON?
Es el sonido de su mundo derrumbándose.
Es el del nuestro resurgiendo.
[…]
Comunicado del Comité
Clandestino Revolucionario Indígena.
Comandancia General del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, 21 de
Diciembre del 2012.
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Aunque podría
parecernos que todos estos sucesos no tienen relación alguna con los
acontecimientos ocurridos hace cien años, podríamos estar en un error, o al
menos, que no entendamos la serie de acontecimientos que nos trajo hasta aquí y
cuyas consecuencias vivimos en este momento.
Por ello decidí
hacer una Historia de la Revolución Mexicana… una más, pero que intente
explicarnos cómo fue que llegamos a donde estamos y qué errores se cometieron
en el pasado y en los que seguimos irremediablemente a lo largo de los años.
Intentaré dar una explicación del concepto y de la creación del mito de la
Revolución Mexicana. Deseo mostrar cómo vivía el país en 1880, cuando Díaz
dejó el poder por primera vez y cómo se reformaron las leyes para hacer del
gobierno de entonces, un liberalismo caudillista. Pretendo contarte cómo era el
sistema político y electoral antes del levantamiento maderista. Te mostraré las
opciones que tuvo el mexicano de a pie al momento de estallar el
movimiento armado, lo que los políticos le proponían, le prometían y le hacían
creer. Voy a hablar de los grupos sociales que se levantaron en armas, más que
de los caudillos que los representaron. Te hablaré de los magonistas,
zapatistas, villistas, carrancistas… y de cada una de las facciones que combatieron
entre sí por sus propios intereses. Por último, verás cómo se fue transformando
el ideal revolucionario en cuanto triunfó el grupo de Sonora sobre las demás
facciones hasta que Lázaro Cárdenas llegó al poder, expulsó al Jefe Máximo de
la Revolución e hizo las últimas reformas que se recuerdan como actos herederos
del ideal revolucionario: la expropiación petrolera y el reparto agrario.
Terminaré mi historia contándote cómo fueron las elecciones en 1940, la
primera vez en la que se utilizó el método que reinó durante los siguientes 60 años
que gobernó el partido hegemónico y cómo se formó su leal oposición,
el Partido Acción Nacional (PAN) y qué ideales perseguía en el momento de su
fundación.
Pero si esto ya
te lo enseñaron en tus cursos de primaria de Historia de México, ¿qué sentido
tiene que lo vuelvas a ver? Lo que ocurre es que regularmente vemos a la
Revolución sólo como el levantamiento y no las ideas que llevaron a su
realización, ni apreciamos los hechos de manera inteligente (o sea,
relacionándolos entre sí en un proceso, más que verlos como causas y
consecuencias). Por ejemplo, hasta aquí sólo he hablado de la Revolución y del
Ideal Revolucionario, sin embargo hay que recalcar en la necesidad de explicar
las revoluciones (con minúscula) que conformaron la Revolución (con mayúscula).
De igual modo es necesario hablar de Los Ideales Revolucionarios,
aunque haya quienes afirmen que la revolución no tuvo ideología o le atribuyen
características del materialismo histórico, alias marxismo, que hacen de ésta
una explicación unívoca y por lo tanto errónea, para entender los
intereses de los grupos en disputa (entiéndase el término interés en el amplio
sentido de la palabra: como el beneficio que se obtiene o el derecho que se
defiende).
Otra razón para
hacer una historia como la que pretendo es la que expuse en un principio:
preguntarle al pasado sobre los hechos del presente, y entender, al fin y al
cabo que a pesar de que ha habido opciones no hemos logrado hacernos del valor
para elegir lo que realmente nos conviene y luchar por él, porque no nos hemos
convencido aún de qué es para nuestro beneficio.
Para finalizar,
el motivo más importante por el cual hago esta historia del “primer movimiento
armado del siglo XX” es porque hemos perdido de vista cómo las ideas crean
esperanzas, y más que eso, nos mueven a realizar acciones que creíamos
imposibles. Esas ideas, aunque no se puedan tocar, han sido el motor de los
cambios y, aunque se originan de las necesidades materiales de los hombres,
debemos entender que no es importante el origen, sino el movimiento y cómo
cada una de ellas (idea o necesidad) es producto de la otra en un movimiento
dialéctico, o sea de mutua interacción, que hemos ido ignorando a lo largo
de los últimos años.
Nunca sabremos
qué sintieron los jóvenes obreros al leer los escritos de Flores Magón en Regeneración, ni veremos
a Madero como “el apóstol de la Democracia”; no viviremos la tristeza de los
zapatistas al ver muerto a su caudillo, ni la alegría de los villistas al
asaltar un tren. Pero si las ideas pueden aproximarnos a esas sensaciones,
espero que al menos imaginemos cómo se sintió vivir en la bola.
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